*Por Laura Suárez Sarmiento

El insomnio está catalogado dentro de los trastornos del sueño y consiste en la incapacidad de quedarse y/o mantenerse dormido. Esto repercute de forma muy negativa en la vida cotidiana del afectado.

Sus síntomas además de incapacidad para quedarse y mantenerse dormido, son los despertares demasiado tempranos, sensación de no haber dormido,  cansancio a lo largo del día, somnolencia diurna, debilidad física, irritabilidad, lentitud en el procesamiento de la información, e ideas obsesivas con respecto a la misma incapacidad de dormir.

Los factores que causan con más frecuencia este tipo de trastorno son el estrés, el síndrome de las piernas inquietas, la apnea del sueño, la menopausia, la fibromialgia, el hipertiroidismo, el consumo de fármacos, y ciertas patologías físicas o psicológicas.

Entre las consecuencias más habituales se encuentra el agotamiento y la falta de energía, la baja calidad de vida, el aumento de sufrir accidentes, deterioro de la memoria, atención y aprendizaje, altas probabilidades de padecer ansiedad o depresión, así como enfermedades cardíacas.

Se diagnostica mediante un examen físico y una exploración psicológica. Patrón del sueño, historia clínica, antecedentes familiares, consumo de tóxicos, nivel de estrés, ambiente, hábitos, actividad física, entre otros.

La mayoría de las veces el insomnio puede curarse una vez conocida la verdadera causa de éste. La psicoeducación sobre la higiene del sueño suele ser fundamentales; dormir y despertar a la misma hora, evitar actividades muy estimulantes horas cercanas al sueño, evitar uso de tecnologías, tener una iluminación y temperaturas adecuadas, evitar ruidos fuertes, evitar siestas durante el día…

El tratamiento psicológico por excelencia es de tipo cognitivo-conductual en el que el profesional realizará entrevista, usará herramientas de evaluación si fuera necesario y proporcionará recursos de afrontamiento y solución de problemas, desarrollo de asertividad y técnicas de relajación. Trabajar la relación con el entorno y tener una visión más positiva sobre uno mismo y la propia capacidad para afrontar el miedo a no poder dormir.

Si todo esto no funcionara, sería conveniente acudir a un profesional de la psiquiatría que le recete medicación temporal para poder conciliar el sueño.

*Laura Suárez Sarmiento es psicóloga clínica en Clínica Bandama y perito forense.