10 de septiembre, trabajando para prevenir el suicidio
Por el dr. Luis Cárdenes *
Cada 10 de septiembre se conmemora el Día Internacional de la Prevención del Suicidio. Para los que nos dedicamos a la salud mental, forma parte de nuestra práctica profesional enfrentarnos a situaciones que potencialmente pueden abocar a una persona a poner fin a su existencia. Y como profesionales que hemos consagrado nuestra labor a proteger y salvar la salud y la vida, hemos dedicado no pocos esfuerzos a hallar vías terapéuticas para evitarlo.
Actualmente, en España más de tres mil quinientas personas se quitan la vida cada año según las estimaciones más conservadoras reflejadas por el Instituto Nacional de Estadística (lo que casi triplica, por ejemplo, a las ocurridas en accidentes de tráfico). Otros estudios apuntan a que un número elevado de muertes autoinfligidas quedan registradas como fallecimientos accidentales. Para la Organización Mundial de la Salud (OMS) se trata de un problema de salud pública de máxima importancia en el mundo, pero en gran medida prevenible, por lo que alerta a los Estados sobre la necesidad de su abordaje.
Desde la psiquiatría, sin querer entrar en las motivaciones individuales y en la percepción moral, religiosa, o incluso legal que se tenga acerca del acto de poner fin a la propia vida, pensamos que quien da un paso así, lo hace llevado una crisis, una enfermedad mental declarada, o un episodio vital terrible en el que pueden imponerse la falta de esperanza y el deseo de terminar con todo.
Ello deviene en algo irreversible, dañino e innecesario: cualquier episodio crítico puede afrontarse, cualquier situación vital puede valorarse desde el sosiego y la esperanza. Además, el suicidio no atañe única y exclusivamente a quien lo comete, sino que afecta gravemente a todos aquellos que guardan un vínculo emocional con el fallecido.
Desde la práctica de la salud mental, en todas sus especialidades, conocemos y manejamos múltiples herramientas y factores de protección contra el suicidio. Atender los síntomas que puedan parecer preocupantes de forma temprana, ponerse en manos de un profesional de la salud mental; en definitiva, pedir ayuda es un paso inicial que debe llevar a realizar un seguimiento posterior por un equipo multidisciplinar.
Combinar estrategias en las que se favorezca la autonomía personal, la autoestima saludable, o relaciones sociales profundas y positivas con familiares amigos -entre otras muchas medidas- pueden contribuir a paliar este problema de salud pública. En Clínica Bandama disponemos de equipos terapéuticos integrados, sistemas de abordaje de crisis y también de afrontamiento a largo plazo, siempre acompañados los pacientes y familiares en todo el proceso. Y sobre todo, ante cualquier señal de alarma, no dude en acudir a un profesional de forma inmediata.
*Luis Cárdenes es psiquiatra y director médico de Clínica Bandama