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“Síndrome del quemado”

Esta semana hemos conocido que, por vez primera, una sentencia dictada por el Juzgado de lo Social número 5 de Las Palmas de Gran Canaria ha reconocido como accidente de trabajo un cuadro de trastorno depresivo dentro del conocido como “síndrome del quemado”. La jueza dictaminó que la situación que originó la baja de una médico de Atención Primaria del Servicio Canario de Salud (SCS) durante once meses en el año 2017 tiene su origen en las condiciones laborales de la demandante.

 

La sentencia considera probado que la sobrecarga de trabajo es el origen de la situación de incapacidad temporal, que viene acumulando un trabajo que supera sus posibilidades desde el año 2010, con la atención de un promedio de 40 a 50 pacientes al día, documentado con su agenda de los años 2012 a 2015. Se unían a esta situación las múltiples suplencias, igualmente documentadas, que realizó en este periodo.

 

La situación no sólo conlleva un incremento de la prestación que recibe la demandante, sino que tendrá la posibilidad de recibir una indemnización por parte del Servicio Canario de Salud. Además, se abre la puerta a una nueva consideración del “burnout”, este padecimiento tan habitual en la acelerada sociedad del siglo XXI.

 

Detectado por vez primera en 1969, constituye una forma de estrés laboral, un estado de agotamiento físico, emocional o mental que tiene consecuencias en la autoestima, y viene dado por un proceso paulatino, por el cual las personas pierden interés en sus tareas, el sentido de responsabilidad y pueden hasta llegar a profundas depresiones.

 

El síndrome no es otra cosa que la respuesta extrema a una situación de sobreesfuerzo que se origina en el entorno laboral que trasciende a la esfera individual y social. Desde los años ochenta, los investigadores no han dejado de interesarse por este fenómeno, pero no es hasta finales de los noventa, cuando existe cierto consenso sobre sus causas y consecuencias.

 

En línea con la propia sentencia, podemos decir que el conocido como “síndrome del trabajador quemado” se desarrolla en cuatro fases: una primera idealista, en la que el nivel de energía y las expectativas en el trabajo son altas; una segunda de sobreesfuerzo, en la que el afectado advierte de que su trabajo no está a la altura de sus expectativas; una tercera de desilusión y frustración, que viene acompañada de fatiga, y una cuarta de desmoralización, caracterizada por una pérdida de interés en el trabajo.

 

Dejando el caso concreto, que nos ha servido para hablar de esta patología, además de los síntomas propios de la depresión, son relevantes otros como la fatiga o el insomnio, la ansiedad o las adicciones al alcohol o los fármacos. También se producen situaciones de desbordamiento negativo en las relaciones personales y síntomas de carácter físico como hipertensión, patologías cardiacas, patologías endocrinas, cefaleas o patologías gastrointestinales, entre otras.

 

Ante el estrés laboral extremo y la presencia de la sintomatología indicada es importante no ignorar la situación y tomar medidas inmediatamente. Es indispensable consultar con un médico o profesionales en salud mental que permitan identificar la presencia del “síndrome del quemado” y adoptar las medidas que procedan para ponerle solución.

 

*Luis Cárdenes es psiquiatra y director médico de Clínica Bandama

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